jueves, 21 de mayo de 2009

16 primaveras


Aquí me véis con 16 años. Con dieciséis primaveras tan hermosas como la margarita de mi pelo. Como dije antes yo no tengo abuela.

miércoles, 6 de mayo de 2009

El teatro en compañía




Junto a mi casa vivía Rosario Montado la abuela de Antonio Montado el peluquero, y tenía un nieto que se llamaba José, pero le decían Pepete. Tocaba las castañuelas, y le gustaban los espectáculos. Un día nos reunió a todas las niñas del barrio. En frente de mi casa había otra casa que le decían “el corral de Mariquilla y Margarita”, que eran las tías de mi cuñado. Allí había una cocina grande, que era donde nos llevaba a ensayar, y nos preparaba para el día de la función, que fue un éxito. A mi la abuela de Pepete me dejó unas enaguas blancas con tiras bordadas y un mantón de crespón y de flecos de espuma que eran de su madre, y cada una íbamos vestidas de diferente forma, y nos arregló una muchacha que lo hizo muy bien. Se vendieron todas las entradas, y todas las azoteas estaban llenas de gente así como el corral de Mariquilla de bote en bote y la puerta donde mi cuñado estaba recogiendo las entradas.

Pepete era una persona muy buena con mucha educación y mucho talento, que antes de morir escribió tres libros, yo compré el primero que viene hablando del teatro del corral de Mariquilla.
Yo era una muchacha muy guapa, con los ojos verdes y una trenza larga que quitaba el sentido.
Me echaban muchos piropos y me decían que tenía los ojos muy bonitos, tenía muchos pretendientes, uno era Rafael Ortega, el torero, y el otro el mozo de espada de El Mondeño. Yo no tengo abuelas. Yo iba con mis amigas cuando nos enteramos de que estaban buscando muchachas para una obra de teatro y fuimos. Me quedé yo, mis amigas no porque les daba apuro y vergüenza. Bueno, no veas como me lo pasé ensayando, allí estaba Pepe Alconchel que era de aquí de La Isla y tenía mucha gracia. Un día, en el escenario del teatro de las Cortes, se le olvidó lo que decir y dijo que había venido su tía en el tren y había traido una cacerola llena de albóndigas, y nos pusimos a reir, no veas lo que se formó en el teatro, todos los que estabamos haciendo la obra nos tuvimos que volver de espaldas muertos de risa. Allí también trabajaba Pacoco Jiménez Ponse. La obra la estrenamos en el teatro de las Cortes y después fuimos a Puerto Real, y estuvimos por todas las calles con una Rondalla hasta llegar al teatro y cuando terminó la obra nos fuimos para el ayuntamiento, y allí había una mesa que no faltaba de nada, el Alcalde nos dio un banquete. Después fuimos a Barbate al teatro Franco, y todavía, antes de morirse, me decía Pacoco por las calles: aligérate que hoy es el ensayo general.